La depresión es un trastorno de salud mental que afecta a nivel mundial a más de 280 millones de personas, entre ellas a niñas, niños y adolescentes, por lo que requiere una participación de la familia en el tratamiento.
El Ministerio de Salud (Minsa) ha reportado 247 171 casos atendidos de depresión durante el 2022 correspondiendo el 17.27 % a menores de edad y el 75.24 % a mujeres.
Al respecto, la médica psiquiatra de la Dirección de Salud Mental del Minsa, Sandra Orihuela Fernández, explicó que la depresión ha dejado de ser una enfermedad solo de adultos, pues hace muchos años se creía que los niños no podían padecerla y hoy sabemos que no es así. Pero lo más importante es tratarla a tiempo, de lo contrario puede empeorar y derivar en ideación o conducta suicida.
“Actualmente y tras el impacto de la covid-19, hay cada vez más niñas, niños y adolescentes diagnosticados con trastornos de salud mental, especialmente la depresión como trastorno prevalente en la población infantil y adolescente”, señaló.
En ese sentido, la especialista del Minsa puntualizó que la depresión es un trastorno del estado de ánimo, que consiste en sentirse más que triste, por lo que es importante diferenciar la depresión de la tristeza.
“La tristeza es una emoción de la condición humana y tiene una función adaptativa frente a la vivencia de una situación adversa o dolorosa (la pérdida de una persona, un objeto u objetivo), mientras que la depresión es una alteración grave del estado de ánimo, intenso y continuo, cualitativamente distinta de la tristeza, que impacta en la vida diaria y que requiere tratamiento específico”, aseveró.
¿Cómo se manifiesta en los niños y adolescentes?
La Dra. Sandra Orihuela detalló que los síntomas de depresión varían según las características del niño y la etapa de desarrollo en la que se encuentra.
En ese sentido, el menor puede presentar un estado de ánimo más irritable y triste. Se presenta una pérdida de interés, motivación y de placer. Pasan menos tiempo en hobbies o actividades que anteriormente les producían placer y comienzan a presentar aislamiento social.
Sin embargo, Orihuela Fernández dijo que también debemos estar atentos a síntomas habituales como los cambios en el apetito, que pueden afectar el peso, hay un estancamiento en el desarrollo del menor, problemas en la conducta, cambios en el sueño (dificultades para dormir o sueño excesivo) y cambios psicomotores (dificultad para estar quieto y moverse continuamente o marcado enlentecimiento en las respuestas y movimientos).
Asimismo, aparecen pensamientos de inutilidad, culpa, fatiga, pérdida de energía, dificultades para concentrarse (por ejemplo, se puede observar una bajada brusca del rendimiento académico, que se distrae constantemente o quejas de memoria); afectación en el rendimiento escolar; en caso de adolescentes, el inicio de consumo de sustancias, así como pensamientos de muerte y/o intentos de suicidio.
Mitos sobre la depresión infantil
La médica psiquiatra Sandra Orihuela resaltó que con frecuencia hemos escuchado muchos mitos con relación a la depresión en niños y adolescentes, entre ellos: “La depresión es algo de adultos, los niños no se deprimen”. “Todos los adolescentes están irritables”. “Simplemente tiene una actitud pasajera”.
“La depresión solo depende de la personalidad de cada niño”. “La depresión es una fase. Todos pueden estar tristes. Es normal estar triste ya se le pasará”, “Tener depresión es para niños/as débiles o demasiado emocionales”, “Ella/él es simplemente floja/o”. “Si se esforzara más…”. “La medicación le hará daño cerebral, la /lo volverá dependiente”.
En ese sentido, explicó que los padres o cuidadores deben de tener en cuenta de que niñas, niños y adolescentes pueden comunicar o mostrar sentimientos de infelicidad, tristeza, desaliento, irritabilidad, pero la mayoría de ellos serán reactivos a un suceso externo, y muchas veces servirán para adaptarse a las diferentes situaciones a las que se enfrentan y se recuperarán progresivamente de estos estados de ánimo. Sin embargo, un porcentaje de ellos cursará con síntomas depresivos durante su infancia y/o adolescencia.
Para la especialista, la familia es una gran promotora de la salud mental ya que, a través de ella, el niño adquiere elementos esenciales para lograr un óptimo desarrollo psicológico y emocional, permitiéndole contar con herramientas para evitar y afrontar cualquier problema de salud mental.
“En caso de la depresión, la familia cumple un rol muy importante, ya que va a participar de manera activa como un apoyo durante el tratamiento, interesándose, informándose y colaborando en resolver las necesidades que presente el niño o adolescente durante todo el proceso de recuperación”, aseveró.
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